Los aztecas querían demostrar su poder por ello construyeron
edificios monumentales. La arquitectura azteca destaca por su monumentalidad,
grandeza y la veneración de la divinidad.
La arquitectura azteca estaba fuertemente influenciada por
los toltecas de Colhuacan, los tepanecas de Atzcapotzalco, y los acolhuas de
Tetzcoco.
Se trata de una representación dual de las divinidades que
existían en Mesoamérica desde épocas remotas. La colocación de parejas de
dioses, como la de Huitzilopochtli–Tláloc del Templo Mayor de Tenochtitlan,
sobre una sola plataforma piramidal, hace que su estructura sea alargada y
presente una doble escalinata de acceso. La adaptabilidad y el ingenio
arquitectónico de los aztecas pueden observarse en Malinalco donde se esculpió
un templo en la roca, el cual quedó integrado a la montaña.
La arquitectura azteca, que era similar a la de otras
culturas mesoamericanas, poseía un innato sentido del orden y la simetría. Los
diseños geométricos y las líneas amplias eran representaciones del dogma
religioso y del poder del Estado. Además, los aztecas utilizaron en su
arquitectura bajorrelieves, muros, plazas, y plataformas, como medios para
representar a sus dioses e ideales.
Otro modelo arquitectónico azteca relativamente frecuente es
la pirámide de planta circular que tradicionalmente se ha atribuido a
santuarios del dios Ehécatl, deidad del viento, que en su aspecto de remolino.
Las más conocidas son la de Calixtlahuaca y la de la estación de metro de Pino
Suárez. Otra construcción muy característica de los aztecas es un tipo de
plataforma decorada con calaveras, que constituían la base del tzompantli,
estructura donde se acumulaban los cráneos de los sacrificados. Sólo se
conserva un pequeño altar que se encuentra en el Museo Nacional de Antropología
de México.
Los aztecas estaban bien organizados y contaban con una
fuerte infraestructura y sistemas que movilizaban gentes y recursos materiales
con el objetivo de construir grandes edificios que satisficieran las
necesidades de sus pobladores. Tenochtitlán, la ciudad capital, simbolizaba el
poder azteca. La arquitectura azteca, que era similar a la de otras culturas
mesoamericanas, poseía un innato sentido del orden y de la simetría. Los
diseños geométricos y las líneas extensas eran representaciones de dogmas
religiosos y del poder del Estado. Además, los aztecas usaron bajorrelieves,
muros, plazas y plataformas como medios con los cuales representar a sus dioses
e ideales. Durante las distintas épocas del imperio, los aztecas agregaron
nuevas técnicas y materiales a sus estructuras. Ejemplos de la monumentalidad y
grandeza de los aztecas se hacen evidentes en el Templo Mayor, cuya plaza podía
dar cabida a 8,000 personas, y en el mercado de Tlatelolco, que podía albergar
a 20,000 personas en los días de mercado. La adaptación arquitectónica azteca y
su ingenio pueden verse en Malinalco (véase la sección correspondiente más
abajo), donde hay un templo que fue esculpido en la roca misma y que quedó
integrado a una montaña.
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